18 de febrero, día mundial del síndrome de asperger

Dr. Alfredo Valencia Reyes

Me piden escribir desde la clínica una nota sobre el Síndrome de Asperger (SA), por la celebración del Día Mundial y no hago más que sonreír con felicidad. Ya para muy pocas personas es ajeno este síndrome, aunque no todos saben completamente de que estamos hablando cuando lo mencionamos. Se trata de personas, que estando dentro del espectro autista, difieren por presentar algunas características maravillosamente diferentes. Por ejemplo, si bien los niños con S.A. tienen dificultades para entablar relaciones sociales, para entender el doble sentido o para flexibilizar algunas normas, son perfectamente capaces de aprender los códigos detrás de estas interacciones y repetirlos sin entenderlos de todo. Esto hace que más de la mitad de las personas con este diagnostico, lleguen a la vida adulta sin haber sido, precisamente, diagnosticados. Aunque la prevalencia no es muy alta en la población general, en la consulta psiquiátrica y psicológica no es raro darnos con la sorpresa de diagnosticar a un adulto con Asperger cuando trae a su hijo para ser evaluado.

Suelen ser más niños que niñas y como decíamos lineas arriba, pueden no presentar síntomas notorios como otras personas dentro del espectro autista. Suele ser muy común que estos niños tengan una afición muy especifica por un tema (los dinosaurios, los astronautas, los carros de carrera, la robótica… podríamos continuar infinitamente). ¡Y en este tema suelen ser los mejores! Increíblemente se dice que el mismo Hans Asperger, quien lo describiera por primera vez en la década del 40 del siglo pasado también presentaba síntomas del síndrome (luego denominado en su honor). Incluso en la actualidad se dice de manera informal de muchas celebridades y destacados deportistas que podrían tenerlo, como un crack del fútbol de nuestra época.
Hoy en día ya no se trata de un diagnóstico estigmatizante y tampoco necesariamente limitante muy por el contrario existen muchas formas en que los padres, educadores, psicólogos y médicos podemos ayudarlos a tener una vida plena. Primero identificando sus fortalezas y reforzándolas. También teniendo en cuenta que nuestra comunicación debe ser clara, evitando ambigüedades. Por otro lado el poder hacer que nuestras indicaciones en casa y clases sean exactas, hasta a veces literales, pues no siempre entienden el doble sentido.

Decía al inicio que el tema me generaba felicidad. He tenido la suerte de conocer a niños y adultos con Asperger, con los que las conversaciones, dentro y fuera de la consulta, fueron muy amenas y enriquecedoras. Recuerdo con cariño a “Manuel” quien cada consulta me explicaba el significado (y más de una vez) corregía el uso que le daba a cada palabra. Solo en ocasiones muy contadas podía yo darle información nueva y solían ser el significado de refranes, más que de palabras.

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